
RECUS. PUBLICACIÓN ARBITRADA CUATRIMESTRAL. V0L 2, AÑO 2017, No. 1 (Enero - Abril) 35
Percepciones sobre el uso problemático de sustancias en adolescentes
observación de cómo otras personas llevan a cabo conductas relacionadas
con las sustancias facilitará el consumo o no, o incluso facilitará la
socialización en dicho consumo. A veces el consumo/no consumo es un
elemento de identificación o un elemento de apoyo social en ese ambiente.
Piénsese como un ejemplo prototipo en nuestro medio lo que ocurre con el
alcohol y su utilización en celebraciones (ej. fiestas, bodas, celebraciones) y
donde su uso es «normativo» y un elemento más de la normalidad de la
persona cuando lo consume. También es cierto que el propio ambiente social
suele marcar los límites al consumo adecuado e inadecuado (...) Cuantos más
modelos tenga la persona presente, y que le muestre y modele el consumo de
sustancias, mayor probabilidad tendrá de consumir esa sustancia. (Becoña,
2002, p.99)
Si bien el contexto social es de gran importancia en la valoración y
percepción del consumo o no de sustancias, existen otros elementos de
gran importancia como la personalidad y los factores de riesgo o
protección. Gran parte de los programas preventivos se centran en el
ambiente social más próximo, en la personalidad y en los factores de
riesgo desde “nuevos modelos, más adecuados con el no consumo de
drogas, o a conseguir modos de reducir el acceso a esas sustancias”
(García, 2012, p. 133-151).
La percepción de riesgo es considerada una de las variables de más
impacto en la probabilidad de consumo o no consumo de sustancias. Esta
percepción influye en los actos de la vida cotidiana dependiendo de los
valores, creencias e intereses en un determinado contexto social. Se suele
identificar a la adolescencia como el período evolutivo en el que se
percibe el riesgo de una forma diferente en comparación a las personas
adultas.
El concepto de percepción lo entendemos y explicamos desde la
vertiente subjetiva, unido a conceptos como creencia y actitud. Según
Pastor (2000) se trata de un proceso cognitivo que descansa en la
información de cada persona acerca de diferentes cuestiones como
contextos, otras personas, objetos, y que se procesa de forma inmediata
organizándose un juicio o valor. Podríamos añadir que ese juicio o valor
condicionará su comportamiento. La percepción de riesgo estaría ubicada
también en el plano subjetivo. Algunos de los factores que intervienen en
su configuración serían los siguientes: perceptivos; de historia personal
(experiencias); cantidad y calidad de la información; creencias y actitudes;
estereotipos; motivación. (García del Castillo, 2012, p.133-151).
En Uruguay, según la VI Encuesta Nacional sobre Consumo de
Drogas en Estudiantes de Enseñanza Media (2014) del Observatorio
Uruguayo de Drogas, se percibe menor riesgo en el uso de sustancias
legales que en el uso de las ilegales, la encuesta vincula esta percepción
con la condición de legalidad. Asimismo, considera que la baja percepción
de riesgo aumenta la probabilidad de consumo; y que el consumo inicial
de sustancias legales disminuye la percepción de riesgo en el uso de
sustancias ilegales. A menor percepción de riesgo se da mayor consumo.
Según esta encuesta, en 2014, el 70,6% de los estudiantes considera de
gran riesgo consumir tabaco frecuentemente, mientras que en 2005 la
percepción de alto riesgo en relación al tabaco era del 58,3 %. En relación
a la marihuana, en 2005 la percepción de gran riesgo era del 75,1 % en el
consumo frecuente, en 2014 baja al 55 % (Observatorio Uruguayo de
Drogas, 2014). En “la última década ha operado una suerte de
legitimación del consumo de marihuana en amplios sectores de la
población, fenómeno al que no son ajenos los adolescentes y que puede
venir dado, entre otros factores, por la banalización que se hace, en
ocasiones, de su consumo, a la vez que por la propia expansión,
disponibilidad y visibilidad del consumo” (Observatorio Uruguayo de
Drogas, 2014, p.70.). Si bien podríamos preguntarnos si existe alguna
relación entre el aumento del consumo de la marihuana y el descenso de la
percepción de riesgo, a la regulación del mercado del cannabis en
Uruguay a partir de su legislación en 2013, la “VI Encuesta Nacional en
Hogares sobre Consumo de Drogas, 2016” de la Junta Nacional de Drogas
de la Presidencia de la República de Uruguay, considera que:
...la puesta en práctica de la ley no afectó hasta el momento la tendencia que
se venía registrando desde el año 2001. En este escenario es plausible esperar
que, incluso no existiendo regulación, la evolución del consumo muestre un
incremento lineal en los próximos años hasta alcanzar su meseta. (Junta
Nacional de Drogas, 2016, Pp 87 - 88)
El descenso en la percepción de riesgo en el consumo frecuente u
ocasional en el período 2007 a 2014, se da en todas las sustancias a las
que se refiere la encuesta, excepto en el tabaco, particularmente en el
consumo ocasional de pasta base de cocaína, desde 2007 a 2014 descendió
del 42,6 % al 24,7 % (Observatorio Uruguayo de Drogas, 2014, p.71).
Casi 2 de cada 3 estudiantes consumió alguna droga en los últimos 12
meses. El consumo de alcohol en adolescentes de enseñanza media se
comienza a dar, como edad promedio a los 12,8 años de edad. Según
estudios antes de los 15 años un 54,7% de los estudiantes inician el
consumo de alcohol, el 15,8 % tabaco, 7,8 % marihuana y el 0,7 %
cocaína (Observatorio Uruguayo de Drogas, 2014).
Partiendo de los objetivos del proyecto, se crea un cuestionario con el
fin de identificar las sustancias consideradas como perjudiciales y la
percepción de riesgo según cada sustancia: la marihuana, cocaína y pasta
base de cocaína son consideradas como las sustancias más conocidas,
mientras que el alcohol y tabaco son las sustancias menos consideradas
como adictivas. En relación a la percepción de riesgo, si bien la mayoría
considera que todas las sustancias son perjudiciales, se jerarquiza la pasta
base de cocaína como la de mayor peligrosidad, mientras que el alcohol y
el tabaco son percibidas como de menor riesgo.
Los recursos expresivos, la apertura a la escucha, la habilitación de
espacios participativos y el reconocimiento de las diferencias nos permite
acercarnos directamente a las creencias, ideas y valores que determinan
las respuestas o comportamientos de adolescentes en su relación con las
sustancias. Conocer la percepción en relación al consumo facilita la
identificación de prácticas de riesgo. Fuera de cualquier forma de
estigmatización, el proyecto propone la construcción de estilos de vida
saludables a partir de la mirada adolescente. “No todos los jóvenes somos
iguales y nos divertimos de la misma manera, algunos se divierten
fumando o bebiendo, otros prefieren escuchar música y estar con amigos”
(adolescente de 16 años).
Desde una metodología lúdico-expresiva participativa, aplicación de
test, dinámicas grupales y grupos focales, se ha indagado sobre los
conocimientos, creencias, actitudes, motivaciones y percepción de
factores protectores en el uso de sustancias en la adolescencia. Esta
metodología estuvo enfocada a fortalecer la autoestima, el autoconcepto,
la creatividad, la expresión de sentimientos, comportamiento asertivo, los
procesos de participación y toma de decisiones personales y grupales y el
sentido de pertenencia, entre otros factores que construyen bienestar.